Por: Alexander Portales García
La ciudad de Güines es como una novia vieja que ha
perdido la ilusión de componer su cuerpo, ya perdió el brillo de los años mozos,
cada pared es un lamento que llega a su fin, apuntalada a cómo se puede, la
convierte en un lugar que se marchita de a poco, sin nada que hacer.
¿Dónde fueron a parar los sueños que enorgullecen ser
Güineros?, sus calles no son más que el cráter terrenal y un nido de ácaros al
paso de carros, bici taxi o carruajes
tirados por caballos que buscan el sustento.
¿Se perdió el interés a la vida? una ciudad refleja más
que el paso del tiempo el poco sentido de propiedad de su gente. Su
arquitectura soñada desde la colonia, llegó hasta hoy. En algunos años se
habrán desplomados casas cargadas de sueños, que un día, parecían
indestructible.La ciudad necesitas de los seres que la habitan, su aire cálido
en cada amanecer, el susuro de las esquinas. Pero la mano firme que la
sostiene.Decia la Loinaz ”Con un poco
de cal yo me conpongo, con un poco de
cal y de ternura”
Una novia
envejece, del brillo de su lozanía, queda poco, pero no el de sus
memorias, a pesar de una visión lejana,
esta ciudad insiste en llenar sus calles de pioneros y estudiantes para
confortarla en algún momento.
Amar el terruño, en ocasiones nos hace una solución al
deterioro, cuidar su entorno es tarea nuestra, dedicarle tiempo, ideas y
proyectos puede salvar la arquitectura
que nos resguarda. ¿Será el legado para próximas generaciones? Sin lugar
a dudas estamos conexos a ella, forma una hermosa parte de nuestra vida e identidad.
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