Satchel Paige, el lanzador eterno: Cuentan que con su salida al terreno opacaba a todos. Lo desbordaba un carisma sin par, a veces doliente. Genio y figura, señalaban los más. Parecía de otra galaxia, todo en él fue genuino. Las gradas vibraban de verlo entrar al césped. ¡Dios en el diamante!, solían decir los fanáticos, y no era para menos.
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