martes, 19 de abril de 2016

El privilegio de ser revolucionario


«Constituye un esfuerzo sobrehumano dirigir cualquier pueblo en tiempos de crisis. Sin ellos, los cambios serían imposibles. Es una reunión como esta, en la que se congregan más de mil representantes escogidos por el propio pueblo revolucionario, que en ellos delegó su autoridad, significa para todos el honor más grande que han recibido en la vida, a este se suma el privilegio de ser revolucionario que es fruto de nuestra propia conciencia».


Con estas palabras, abrió Fidel su discurso en la sesión final del VII Congreso del Partido. Los delegados e invitados, conscientes del momento especialmente emotivo e histórico al que estaban asistiendo, escucharon con extraordinaria atención la secuencia de su profundo pensamiento.
Sensible a las hondas contradicciones y dilemas a los que se ha enfrentado la especie humana, Fidel insistió en su preocupación sobre el peligro mayor que hoy se cierne sobre la tierra que, en su opinión, se deriva del poder destructivo del armamento moderno, lo cual podría socavar la paz del planeta y hacer imposible la vida sobre la superficie terrestre.
Su mirada estratégica, concentrada en los hilos del futuro, nos puso frente a la realidad contundente de que si la especie sobrevive un espacio de tiempo mucho mayor, las futuras generaciones conocerán mucho más que nosotros, aunque primero tendrán que resolver un gran problema: cómo alimentar los miles de millones de seres cuyas realidades chocarían irremisiblemente con los límites de agua potable y recursos naturales que necesitan.
Ojalá, alertó, muchos nos preocupemos por esta realidad y no sigamos como en los tiempos de Adán y Eva comiendo manzanas prohibidas. «¿Quién va a alimentar a los pueblos sedientos de África sin tecnologías a su alcance, ni lluvias, ni embalses, ni más depósitos subterráneos que los cubiertos por arenas? Veremos qué dicen los gobiernos que casi en su totalidad suscribieron los compromisos climáticos».
Calificó de «capricho del azar» el hecho de que pronto deberá cumplir 90 años. «Nunca se me habría ocurrido tal idea y nunca fue fruto del esfuerzo», argumentó, para solo unos minutos después acentuar que a todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan, y debemos luchar sin tregua para obtenerlos.
Con su verbo encendido y preclaro, le expresó a nuestros hermanos de América Latina y del mundo que el pueblo cubano vencerá.

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